Cuando nadie me ve

Escrito por Marcela Mazzucchelli

El domingo pasado fuimos a ver con Lau

“A ciegas con luz” un espectáculo musical gourmet en total oscuridad, es decir ideal para nosotras.
Vamos por partes:
Se trata de un espectáculo musical en el que la cantante lírica Luz Yacianci nos lleva a viajar por el mundo con su voz que deslumbra en todos los idiomas, acompañada del pianista Carlos Cabrera. Lo que hace interesante a este espectáculo es que desde que uno entra todo está en una total oscuridad.
Para llevarnos a nuestras ubicaciones armamos un “trencito” detrás del acomodador quien nos guió por la completa negrura hasta nuestra mesa. Lo que hizo que todo fuera aún más excepcional fue que al llegar a nuestra mesa teníamos enfrente nuestra cena. Como se imaginaran no veíamos nada y debíamos guiarnos por nuestras manos y nuestras voces. El mozo –quien nos atendió toda la noche a oscuras- pasó a explicarnos cómo estaba dispuesta la mesa: enfrente nuestro una bandeja con cuatro brochettes y un postre, delante de ella nuestro vaso, a nuestra derecha la servilleta y en el centro una panera.
Durante los primeros minutos cuesta acostumbrarse a la total y real oscuridad, incluso uno experimenta molestias en los ojos. Toda la cena transcurre sin ningún tipo de iluminación, lo que representa un reto para el comensal, ya que no se especifica de qué consta el menú.
Las risas reinaron en nuestra mesa mientras intentábamos descifrar qué era lo que estábamos comiendo. En está instancia nuestra mesa se encontraba alegre, pero pacífica, compartíamos de a pedacitos los diferentes panes que íbamos encontrando en la panera –que también era comestible- y compartíamos los vasos degustando los diferentes vinos.
De pronto apareció en nuestra mesa el mismismo chef Javier Aldape quien se sentó a nuestro lado y nos ayudó a dilucidar qué ingredientes había en nuestros platos. Se mostró muy alegre al ver que nuestros paladares distinguían algunos de los ingredientes, aunque sólo los más familiares, aunque descontento con mi miedo a que hubiese algo no deseado en mi plato.
Con el pasar del tiempo descubrimos la magia de la oscuridad y se quebró la paz que anteriormente reinaba en la mesa. Esa falta de luz que antes nos parecía incomoda, ahora nos hacía sentir libres y eso despertó a nuestros niños mágicos: comenzamos a realizar bromas, a mover los brazos, sacar la lengua y hasta bailar. A nosotros se sumaron los mozos y el chef, que a cada rato pasaban y nos tocaban el hombro o nos rozaban, era imposible saber quien nos estaba jugando la broma y siempre la ligaba el equivocado (creo que los mozos se divierten bastante en esta parte).
Al cabo de lo que me pareció media hora comenzó la parte musical del espectáculo, a través de la música y sonidos de ambientación nos trasladamos desde la ajetreada Buenos Aires hasta el glamour de París, pasando por las playas brasileñas y reviviendo nuestra niñez. Para terminar de amplificar nuestra capacidad sensorial, cada lugar iba acompañado de un aroma que se respiraba claramente en el aire.

Resumiendo: una experiencia altamente recomendable a nivel auditivo, táctil, olfativo y gustativo. ¡Se lleva las cinco estrellas!

Para más información:
Centro Argentino de Teatro Ciego

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